Tributos

viernes, 6 de julio de 2012

Capítulo 26: La aventura de Sarin

¡Lo siento, lo siento, lo siento, lo siento, lo siento, lo siento, lo siento, lo siento, lo siento! Se que tendría que haberlo subido antes, pero es que he tenido que hacer la maleta, Abigailizar la ropa, revisar los libros... etc
Por cierto, al final me voy el domingo, así que mañana abra capitulo, el último. Snif, snif... seré fuerte.
¡Que narices! ¡ Aquí os dejo este y me voy a llorar!


Las afiladas uñas de la sirena se clavan en mi cuello, cortándome la respiración. Me hunde en el agua y pataleo en busca de una salida, aún sabiendo que es inútil. Pesa el doble que yo y me lleva consigo a las profundidades del río, mientras que intento agarrarme a algo, a una roca, una planta o siquiera una pizca de esperanza.
Es entonces cuando noto que alguien me agarra del brazo y me saca fuera del agua, haciendo que las uñas de la sirena me rasguen la piel. Respiro ampliamente y oigo la voz de Christian chillándome:
-¡Vete!

Confusa me muevo un poco, pero vuelvo a notar la mano de la sirena apresándome el tobillo y por la expresión de mi aliado, veo que a él le ocurre lo mismo. Nos agarramos a una roca, pero la sirena es muy fuerte y puede conmigo fácilmente, por suerte, Christian me agarra impidiendo que me hunda con ella. Lo único que me preocupa en estos momentos es su mano derecha, que se escurre lentamente de la roca, reduciendo su agarre.
-¡No me sueltes!-le grito presa del pánico.
Y no llego a oír sus palabras, porque la sirena vuelve a emerger. Hermosa y letal, se acerca a nosotros dispuesta a acabar con nuestras vidas, cuando una enorme piedra le abre la cabeza.
Nos quedamos quietos unos segundos, viéndola caer al agua y observando su sangre color verdosa salir por su herida de la cabeza. Es entonces cuando me giro y nuestra heroína dice:
-Desde luego, vosotros dos parecéis papá y mamá y yo la hija. Pero soy la más lista de la familia.
Suspiro y salgo del agua para abrazar a mi pelirosa. Increíblemente, Christian hace lo propio, pese a las quejas de Nata. Cuando curamos nuestras heridas me fijo en los enormes tatuajes que cubren el torso de Christian, no me detengo a leerlos, pero me habría gustado. Luego ponemos rumbo lejos de allí.
Es de noche cuando hemos atravesado todo el bosque. Nos encontramos en una pequeña pradera, con flores diminutas (creo que son mis margaritas, pero por si acaso no me acerco a comprobarlo), al borde de una pequeña montaña que decidimos atravesar mañana. Lo único preocupante es la niebla que cubre la montaña, que aquí es mucho más visible, y que se alza tapándonos la vista de lo que pueda haber más allá.
La primera guardia la hacen Christian y Nata, que parecen haber disminuido en sus ganas de matarse después de lo que paso esta tarde. Aún así no pude dormir bien, porque ese pensamiento no se me iba de la cabeza ¿la sirena cobró mi forma porque yo...? ¿o fue cosa de Christian? Me acordé entonces de los primeros días en la Arena, cuando Nata y yo fuimos al río esperando pescar al algo y ella me dijo que había visto a alguien con el pelo rosa ¿sería la sirena? Seguramente, la suerte fue que no nos acercamos demasiado.
Lo que no me entra en la cabeza es la idea de que Christian me considere la más bella en el mundo. Me da arcadas cada vez que lo pienso.
Por otro lado, no eramos grandes amigos antes de la Arena, poco más que conocidos.
Pero todavía me saca una sonrisa el día que nos conocimos.

Hace muchos años, en un cumpleaños del presidente Snow...

-Señorita ¿está segura de lo que hace?-pregunto uno de los cocineros.
Una cabecita plateada asomo de debajo de la mesa. Ella asintió y coloco el bol que llevaba en las manos sobre la mesa. Busco un delantal, cogió su carro de juguete y cargo en el los ingredientes que iba a necesitar. Un saco de harina, otro de azúcar, levadura, huevos... lo básico. Paso a su parte favorita y se abalanzo sobre el chocolate, el caramelo, la nata... etc.
Le dejaron libre una mesa entera para ella sola y comenzo a experimentar bajo la mirada de los atemorizados cocineros. La niña estaba entusiasmada, todo aquello le parecía lo propio para crear una poción, pero no, tenía que crear algo comestible para darle una sorpresa a su abuelo.
Su madre se había opuesto. Ella opinaba que ese no era su trabajo, pero la pequeña, de apenas ocho años, la miro y le dijo: <<Pero, mami, si yo quiero hacerlo para que el abuelo vea que me preocupo, que me importa. Ademas... ¡es interesante!>> Su madre suspiro muy fuerte, y se llevo la mano al pecho, exageradamente.
Cuando tuvo lista la masa (gracias a la ayuda de algunos cocineros), la metió en el horno y se puso a corretear por lo largo y ancho de las cocinas. Había mucha gente, muchos utensilios, mucho humo y sobre todo un agradable olor a comida. Ese día era especial, por supuesto, y los cocineros llevaban despiertos desde el alba, con el único propósito de hacer los preparativos para la fiesta de esa noche.
Sophie se detuvo a observar como un pastelero decoraba unas galletas con glaseado, dibujando unas hermosas rosas blancas. A petición suya, se hicieron unas pocas con la imagen de una margarita.
Saco su bizcocho y lo decoró pintando el invernadero con las rosas, y en el medio a su abuelo y a ella. Era un dibujo tosco y un poco bastante mal hecho, pero a ella le parecía perfecto. Lo envolvió y ordenó que se lo entregaran en la fiesta, pero en privado, quería darle una sorpresa.
Sus estilistas lavaron a la niña, a la cual parecía que la harina se le había incrustado hasta en el último poro, la peinaron y la vistieron con un vestido de diamantes, unos pantalones beiges y unas botas del mismo color.
La fiesta se hizo en el Gran Salón. Como en cualquier típica fiesta del Capitolio, había miles de mesas llenas de comidas, repartidas por toda la sala, haciendo honores al trabajo de los chefs, los invitados se sentaban en los millones de sillones que iban esparcidos de un lado para otro. Mientras tanto unos músicos tocaban, desde lo alto de la lampara de araña, pero apenas se les oía, por lo fuerte del murmullo de conversaciones.
Sophie esperaba sentada en un pequeño trono plateado, colocado al lado de su abuelo. Miro a su padre, que se sentaba en otro trono, de oro y plata, al lado del presidente. Sin embargo la madre de Sophie estaba sentada en una simple silla de madera al lado de su marido, dando a entender, que como no era sangre directa de la familia Snow, no merecía tal honor.
En ese momento, todo el mundo en la sala callo y todo el mundo volvió la cabeza hacía la enorme puerta principal, por la que entraba el presidente Coronalius Snow. Vestía un sencillo traje negro, y como siempre una rosa blanca en su solapa. Se acerco y se sentó en el trono de oro, entre su hijo y su nieta, luego saludo a los invitados y dio su discurso habitual.
Sophie comenzó a morderse las uñas, pintadas de blanco, nerviosa por no ver aparecer su pastel ¡malditos cocineros!
Oyó que la llamaban y levemente presto atención cuando le presentaron a una señora de enormes ojos color rojo sangre. Paso mucha gente a saludarles, pero la niña seguía observando alrededor de la sala, cuando vio a uno de los cocineros con el paquete en la mano.
Se levanto, tropezó y callo en brazos de un niño.
Escudriño al muchacho, de pelo castaño y ojos verdosos, que la miraba confuso. Se incorporo rápidamente y antes de poder escapar, la voz de un hombre dijo:
-¿Christian, haciendo amigas?-pregunto un hombre de extraña barba mientras revolvía el cabello del muchacho.
Volvió a mirarla de nuevo y vi entonces la comprensión en sus ojos. Se inclino, haciendo una reverencia y le oí farfullar:
-¡Christian, no seas maleducado!
El muchacho agacho la cabeza antes de que la niña pudiera decir palabra. Luego su rostro se volvió rojo y dijo:
-Gracias, pero no es necesario, de veras.
Él hombre le mostró una sonrisa y le hizo unas preguntas corteses, a las que Sophie se limito a responder con rapidez mientras le echaba miradas al cocinero y al paquete, que se alejaban al no ver a su destinataria.
-Bueno, y... creo que estamos aburriéndote, nos iremos.
-¡Oh, no!-dijo ella-Pero tenía que coger un paquete que se ha ido y...
El hombre la miró extrañado, se despidió y comenzó a hablar con una pareja de color morado. El niño sin embargo, se quedo mirándola confuso y le pregunto:
-¿Que tenias que coger?
La pequeña se mordió el labio, pero finalmente se acerco a él y le susurro:
-Es un secreto. Es un pastel.
Él asintió y se acerco a la oreja de la niña para susurrarle:
-¿Vamos a por el?
-Pero ya no se donde está-dijo ella triste.
-Pues lo buscamos.
La agarro de la mano y fueron apartando bruscamente a la gente. Llegaron al vestíbulo, pero no vieron ningún cocinero, cuando si una enorme sombra. Christian salto hacía atrás, asustado, pero Sophie corrió a abrazar a su mascota.
-¡Sarin! ¿Como te has escapado?-le pregunto mientras le acariciaba el pelaje.
Oyó un carraspeo y vio a Christian algo molesto.
-¿ Buscábamos un pastel o un bicho?-pregunto sarcástico.
Pero no pudo evitar que Sarin les siguiera hasta las cocinas. Los cocineros iban de un lado para otro, preparados para sustituir los platos ya consumidos, empuñando espátulas y cucharones, encasquetándose los gorros en el cogote. En cuanto pusieron un pie dentro, los echaron, sin mirar si quiera quienes eran, y cuando trato de presentarse, la arrastraron a la salida.
Sentados en el frío suelo de mármol, se miraron fijamente, interrogándose con la mirada.
-¿Y ahora que hacemos?-pregunto la niña.
El otro se encogió de hombros y trato de coger de la cola al pequeño tigre, que le bufo e intento arañarle. Ella rió y entonces una idea le vino a la mente.
En cuanto el tigre entro en la cocina, se armó el caos absoluto. Los cocineros corrían de un lado para otro, asustados, subiéndose a las mesas o protegiéndose con las cacerolas. El pobre animalito rugía como podía, lo que apenas era un leve gruñido, pero suficiente para espantar a todos aquellos. Los niños se arrastraron por el suelo, abriendo cajones y mirando en carritos. Finalmente, Christian señalo una caja blanca que descansaba sobre la encimera. Sonriente, se levanto a cogerla, pero una cuchara le golpeó en la mano, un enfurecido chef le miraba, con el sombrero torcido y los largos bigotes despuntados.
-¡No puedes tocar eso! ¡Largo!
Mientras tanto, Sophie vio como apresaban a su tigre bajo una olla. Un cocinero gordo levanto un poco la olla y una de las garras de Sarin salió disparada a la vez que la mano del chef que cerro de un golpe la olla, provocando un fuerte gruñido del animal y de Sophie. Esta se lanzo a rescatarle, apartó a los cocineros y destapo la olla. Se echo en brazos al animal y se volvió para ver a Christian correr tras ella con el pastel en brazos. Los cocineros les persiguieron hasta la salida, amenazándoles con las cucharas y cuchillos.
Consiguieron llegar de una pieza al Gran Salón en el momento de la entrega de regalos, corrieron empujando a los invitados y consiguieron colocarse en primera fila. Una mano la agarro por el hombro y tiro de ella, llevándola hasta su trono, busco desesperadamente al niño y se alegro de comprobar que estaba en la fila.
Llego el momento de Sophie, y con una alarmada mirada de su madre, la niña colocó al tigre en el trono y se acerco a Christian para arrebatarle la caja.
-Gracias-le susurro antes de volverse.
Hubo una respuesta, pero Sophie jamás llego a oírla. Avanzo y entrego el regalo a su abuelo, que sonrío al verlo.
-¿Tú?-pregunto.
Asintió.
Hubo muchos flashes de fotos, sonrisas y posturas. Luego, continuo la fiesta, hasta que despuntó el alba.

"Y todos bailaron felices y comieron pastel..."

3 comentarios :

  1. Meee encantaaa!!! Es perfectooooo!!!!

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  2. A Christiaaaan le gusta Shopieee!!! Le gusta desde pequeñoooos!!!!!!!!!!
    Yo también quiero un tigre como mascota!
    Jopeee! No quiero que se acabe la historiaaa!!! Quién se morirá??
    El capítulo genial!
    Besos!!

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  3. El recuerdo buenísimo, yo también quiero un tigre como mascota que me defienda de los cocineros malvados!!
    Y Nata... Aiss, es que es genial!!!! Adoro a esa chica y a su pelo pelirrosa ^^
    El capítulo genialisimo (si esa palabra existe). No te vayas de vacaciones, quédate aquí con tus lectores que te vamos a echar mucho de menos!! :(

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