Capitulo 17: Cornucopia Pt.2

Excuse-moi, se que prometí que este sería largo pero es que me he puesto mala y me duele la cabeza un porrón. Mis disculpas.

Soy de las primeras en llegar y en seguida me hago con una mochila y un cuchillo, pero mi verdadero objetivo es otro y cuando le pongo la mano encima, alguien osa atacarme.
Sin mirarle, le acuchillo enloquecida y luego cojo mi espada, el arma que prometí proteger con mi vida,  sacándola bruscamente de su funda. Cuando me giro, veo con horror que soy la diana de varios tributos, algunos más grandes que yo. Cuelgo la mochila de mis hombros y me preparo para atacar, pero antes de alzar mi espada me agarran y me arrastran campo a través.

Sigo los cabellos rosas para no perderme en aquel lío de hojas, raíces y ramas rotas. Choco contra un árbol y camino algo grogui hasta que me caigo rodando por la ladera y las hojas cortan tanto como cuchillos. Nata advierte mis gritos y corre en mi ayuda, me levanta y buscamos un lugar seguro para sentarnos, lejos de las afiladas hojas.
Tratando de ignorar el dolor de las heridas, pienso en las cosas positivas de aquello ¡tengo mi espada! La trampa de la Cornucopia para atraernos a ella poniéndonos nuestros recuerdos ha funcionado, sin duda, porque todos corrimos hacía ella sin excepción, pero he salido viva y armada, lo cual mejora mucho la situación en la Arena.
Nos recostamos, abrimos nuestras mochilas y hacemos inventario. La suya cuenta con un saco de dormir, un botiquín con el que me curo rápidamente las heridas, varias cuerdas gruesas, doce latas de comida, una botella vacía de agua y varias cajas de cerillas. Además de eso también ha conseguido una honda, que fue sin duda lo que la hizo fijar la vista en la Cornucopia. Por otro lado, en mi mochila encontramos otro saco, un paquete de galletas saladas, una docena de manzanas, unas gafas nocturnas, una botella de yodo y una cantimplora vacía. Después de descansar un poco, emprendemos la marcha y lo primero que buscamos es agua, por lo que vamos a la cascada llenamos y purificamos nuestras botellas y bebemos avidamente. Cuando anochece, nos recogemos entre los desnudos árboles y Nata hace la primera guardia.


Mientras tanto, en los sueños de Sophie...


-¡NO!-la taza de café se derrama por la mesa emborronando uno de los dibujos de Sophie.
La niña alza la vista y chilla al ver el estropicio, se levanta intentando salvar algo, pero se da cuenta de que es inútil. Mira con reproche a Finnick, pero le ve concentrado en el televisor, que muestra los Juegos, que no tiene valor para replicar. La niña observa, pero no ve nada del calibre para sorprenderla, no es hasta que cambian la imagen, y muestran a los tributos del Distrito cuatro, que chilla de nuevo.


Los primeros días en la Arena no fueron muy agradables para sus tributos, ya que andaban escasos de patrocinadores, pese al talento de sus mentores. No fue hasta que quedaron entre los ocho finalistas que  los regalos comenzaron aumentar, agua, una hogaza de pan o incluso una cerilla, cualquier cosa valía para sobrevivir.


Y ahora, en pantalla, ambos tributos del Distrito cuatro huyen para salvar la vida. Los persiguen la manada de los cuatro profesionales, con las armas en alto y gritándoles ya que saben que la tienen ganada. Se ocultan brevemente detrás de unos arbustos, Cedric descuelga su mochila y se la pasa a Annie, que está temblando de terror.
-Annie ¡Annie, escúchame!-le mira mientras él cuelga la mochila en su espalda-Annie, a partir de ahora, seguirás tú sola.
-¡No! ¡No me dejes!
-Los distraeré, tu corre.
Ella suplica, pero el muchacho no cede y finalmente se separan. Corre alejándose de los profesionales y se refugia a la sombra de un árbol mientras observa algo que le marcara la vida.
La espada de su compañero no ha tenido tiempo de atacar a su oponente, cuando el hacha de este le corta la cabeza.


Sophie grita y sale corriendo de la habitación.